martes, 30 de julio de 2013

Whisky


El whisky se inventó en Irlanda, los monjes trajeron un cuenco de barro que utilizaban los árabes para destilar perfumes, ellos en cambio fermentaron un jugo de cebada y lo destilaron para hacer un licor llamado uisce beata (agua de vida) en Irlandés. Antiguamente era más una medicina que una bebida, como llego a escocia es un misterio  dice la leyenda que  Fion MaCool iba por el camino de los gigantes con un tonel de whisky en el hombro y se lo llevo a los escoceses.
En 1494 era común la destilación, en el siglo 16 el agua de vida evoluciono de medicina a lo que hoy se conoce como whisky, en el siglo 19 se expandió y tuvo su auge.
El whisky es el producto de la cocción, fermentación y destilación de grano y no hay 2 iguales cada etapa de la producción desde los granos hasta el agua y el almacenamiento cambia el sabor final, hay 2 tipos el combinado y el de malta, la mayoría son combinados a excepción del puro whisky escoces de malta.
La cebada es remojada en agua, se escurre y se esparce para que germine, en el proceso se produce calor por lo que es necesario rotarla para mantener una temperatura constante, luego la cebada se seca en un horno con carbón vegetal llamado turba ( musgo y césped comprimido) este desprende un olor aromático en el cual se impregna la cebada, luego se mezcla con agua caliente y se le añade levadura donde comienza el proceso de fermentación para producir el alcohol, después de este proceso comienza la destilación donde se obtiene un líquido incoloro, se almacena en barriles en donde obtiene su color y aroma, en su tiempo de almacenado se pierde el 2% anual del whisky por la interacción del barril con el oxígeno esta pérdida es llamada la tajada del ángel, el periodo de almacenamiento depende del fabricante los escoceses por su parte añejan el whisky un mínimo de 3 años.
 
 

lunes, 29 de julio de 2013

Ley Seca: trece años de violencia, locura y jazz

El período coincidió con los tormentosos años 20, con el nuevo jazz y con el florecimiento de la mafia en el país

En la gélida medianoche del 17 de enero de 1920, uno de los más arraigados hábitos de la sociedad norteamericana hizo un cortocircuito: la Enmienda 18 entr...ó en vigencia y legalmente se puso fin a la importación, exportación, fraccionamiento, trasporte, venta o elaboración de toda bebida alcohólica.La denominada Ley de Prohibición Nacional, que se conoció en la jerga popular como Prohibición o Ley Volstead (por el diputado abstencionista de Minnessota Andrew Volstead, su principal promotor) ya había sido aprobada el año anterior, a pesar del veto del presidente Woodrow Wilson.En retrospectiva, el período de trece años en el cual navegó ese noble experimento -según la visión de J. Edgar Hoover, legendario director del FBI-, coincide con el de los tormentosos años 20 y con la era del nuevo jazz.Los Estados Unidos vivían la especial euforia desatada tras la Primera Guerra Mundial: nueva música, nuevas expresiones de baile y una saludable explosión de la literatura enmarcaban la época. Se manifestaban las formas primarias del feminismo acompañadas por una suerte de relajamiento de las severas costumbres de la sociedad americana.En rigor, extraña que en ese especial contexto se impusiera un revival entre místico y puritano, nacido tras la Guerra de Secesión. Entonces, otras prohibiciones generaron un movimiento de reforma social, que también se centró en el alcohol: aquellos primeros abstencionistas pedían moderación antes que la veda, pero esa tolerancia derivó en la exigencia de prohibir por completo el consumo de licores.El experimento concluyó en bancarrota, y la llamada Ley de los 15 Galones tuvo efímera duración. Sin embargo, de allí derivaron dos poderosas asociaciones prohibicionistas, la Unión Femenina de Abstinencia Cristiana (WUCTU) y la Liga Antitaberna. Sus integrantes eran mirados con cierta curiosidad, pero una fuerte presión religiosa los convirtió en adalides de una cruzada que culminaría con la imposición de la Ley Seca.No bien el alcohol entró en la ilegalidad, aparecieron nuevas formas subterráneas de oferta. En esa situación de bienestar general y de prosperidad, las nuevas estrellas eran la radio, el cine, los espectáculos y los bares. Millones de personas fabricaron artesanalmente sus propias bebidas y se hizo popular el gin de la bañera, un explosivo y peligroso cóctel elaborado con alcohol puro y aderezos químicos.Para quienes no estaban dispuestos a exponerse a la toxicidad de esos engendros caseros, se abrieron fuentes clandestinas de expendio, y el contrabando de licores y la fabricación ilegal se convirtieron en un negocio tentador y altamente rentable.Tan rentable que surgió, a partir de la Ley Seca, un colosal imperio criminal. Los speakeasies (bares clandestinos) florecieron en cada una de las ciudades estadounidenses, protegidos por la complicidad de los ciudadanos enemigos de la prohibición. Lo de hablar bajo era una ironía, puesto que el secreto trasgresor era poco más que un pecado con absolución incluida. Para 1925 había 100.000 bares secretos en las principales ciudades, 10.000 de ellos en Nueva York.En la práctica fue imposible controlar el contrabando. Las mafias protegían su negocio a través de sobornos a las autoridaes policiales, congresistas y funcionarios federales. Ningún estadounidense honesto desde el punto de vista intelectual se habría atrevido a negar que existió una virtual connivencia entre pandilleros y representantes del corrupto poder político de aquella época.En ese lapso, los homicidios aumentaron en un 78 por ciento en referencia con la década anterior, y la cantidad de convictos federales durante el reinado de la Prohibición aumentó en un 561 por ciento.La legislación teñida de puritanismo destruyó miles de empleos, fabricó una salvaje violencia en el mercado negro y desvió recursos ante la imposición de otras leyes, al tiempo que dio lugar al protagonismo del crimen organizado.Forma parte del decorado o del folklore de esa década la imagen mítica de Elliot Ness, un oscuro recaudador de impuestos, devenido por las circunstancias en virtual sheriff de Chicago. Sus hazañas, reales o ficticias, se agigantaron en una excelente serie televisiva (Los Intocables).Pero la realidad marca que los 1.550 agentes federales destinados al operativo anti-alcohol no lograron evitar que el 95 por ciento del contrabando de licores llegara finalmente a su destino, el sediento garguero contraventor de los estadounidenses.Como una orla cruel al destino del experimento abstencionista, el balance resulta suficientemente claro: se aceleró hasta niveles impensados el desacato a la ley, las coimas formaron parte del botín político y policial, el consumo per cápita de alcohol se incrementó en forma manifiesta.También aumentó el número de muertos por la toxicidad de la ingesta, al mismo tiempo que el crimen organizado se enquistó hasta convertirse en un auténtico poder paralelo. Un miserable fracaso en todos los sentidos.El 4 de marzo de 1933, el candidato del Partido Demócrata, Franklin Delano Roosevelt, asumió la presidencia de los Estados Unidos. Ese mismo año, el Congreso votó la enmienda constitucional que derogó la Enmienda 18. El 5 de diciembre de 1933 se celebró su defunción con un brindis seco.
 
(Bibliografía Zona de Bartender)
 
 

sábado, 27 de julio de 2013

La Palabra Cóctel



Hoy en día la palabra cóctel se utiliza para designar todo tipo de bebidas compuestas al menos por dos ingredientes, pero el sentido de este término ha conocido cambios sustanciales. Cuando apareció en estados Unidos, al principio del siglo XIX, la palabra cóctel designaba un tipo de mezcla específico, compuesto de aguardiente, azúcar, agua y bitters (extractos amargos). Más adelante, en la década de 1890, este vocablo se empleó para denominar una bebida preparada en un vaso mezclador o en una coctelera y servida straight up, es decir, sin hielo. Las otras mezclas de bebida existentes por aquel entonces se denominaban, simplemente, mixed drinks.
A partir de la década de 1920, el sentido de la palabra cóctel siguió ampliándose para finalmente englobar todos los combinados.
La palabra cóctel hizo su aparición en torno a 1800, pero hubo que esperar unos cincuenta años hasta que el consumo de combinados experimentó un verdadero apogeo en Estados Unidos. Aunque los aguardientes como el coñac, la ginebra, el ron y el whisky de centeno se podían encontrar en todos los estados de ese país, no sucedía lo mismo con los licores y el hielo natural, que sólo era posible adquirir en grandes ciudades como Nueva York, Nueva Orleans y San Francisco.
(bibliografía Larousse de los cócteles)